Posted on 7 de noviembre de 2012
Estábamos listos: nuestros morrales, nuestra cachuchas, protector solar, madrugamos. Las cámaras con baterías cargadas y memorias vacías; todo para ir al avistamiento de ballenas. Pero, comenzó a llover.
— Esperemos, esto no debe durar mucho, por que el aguacero está muy fuerte — dijimos con optimismo.
Pues era una tormenta, el agua caía muy fuerte y los rayos muy cerca, el río creció y la mar estaba brava.
Y siguió lloviendo …
Y llovía …
Almorzamos con una esperanza más bien resignada. Y finalmente dejó de llover. A media tarde. Ya no podíamos ir a ver las ballenas.
Al día siguiente… Pero esa, es otra historia.
Otras historias de la Foto-expedición de las ballenas: