Por si te perdiste el anterior capítulo de Foto expedición Orinoco puedes leerlo en Orinoco 6, hacia el Orinoco.
En el anterior capítulo dejamos el río Bita y entramos en el río Orinoco, pero ello no me había preparado para lo que vería después. Llegamos al sector que llaman la Piedras de Botero.
Piedras de botero 1, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
Son un conjunto de piedras talladas por el río de tal forma que recuerdan a las pinturas de famoso pintor colombiano Fernando Botero, son como “gorditas”. Lo cierto es que es una de las manifestaciones del escudo guayanes. Son antiquísimas formaciones moldeadas por el río.
— Es mi forma de obrar, con fuerza y paciencia, pero no con violencia, así doy forma — me decía el Orinoco con su voz de agua, arena y viento.
Estas formaciones recuerdan un poco a Caño Cristales, y no es casualidad por que también ese río es parte del escudo guayanés.
Piedras de botero y canoa, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
Después de llegar en la canoa (no la de la fotografía por cierto), caminamos por un pasillo de arena flanqueado por éstas grandiosas piedras.
Piedras de botero 2, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
Subimos a las piedras que nos revelaron un paisaje único.
Piedras de botero 3, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
Y a solo unos pocos metros una vista distinta e impresionante.
Piedras de botero 4, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
— ¿Entiendes lo que significan esta formaciones? — decía el Orinoco con su voz profunda de agua.
Y en sólo otros dos metros y un ligero cambio de ángulo.
Piedras de botero 5, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
— ¿Entiendes? — seguía insistiendo el río con su voz de arena.
Un poquito más adelante.
Piedras de botero 6, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
— ¿Qué debo entender? — repetía yo en voz baja.
Otro poquito más adelante.
Piedras de botero 7, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
¿Cuál es el misterio que habita en el río y que se manifiesta en estas piedras?
Piedras de botero 8, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
Si uno se asoma a los huecos dejados por el río.
Pequeña planta escondida, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
Una pequeña planta escondiéndose del abrazador calor.
Subiendo unos grados la cámara.
Piedras de botero 9, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
Un poco más allá.
Piedras de botero 10, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
Y más.
Piedras de botero 11, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
— ¿Mi belleza, en que radica? — decía profundo el Orinoco con su voz de viento.
— ¿En que radica? En sus curvas, en la fluidez del paisaje — pensaba yo — ¡eso es lo que hay que fotografiar!
Piedras de botero 12, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
Pero no eramos los únicos sobre esta paisaje.
Golondrinas perezosas 1, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
Parecían estar descansando.
— Amigas descansemos de este absurdo calor en estas hermosas piedras.
— Si tienes razón, ya estamos cansadas de volar detrás de los insectos, descansemos — decían perezosas las golondrinas.
Pero el río no descansa, sigue dándome paisajes, casi obligándome a que le haga fotografías.
Piedras de botero 13, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
— No te puedes perder ni una parte de mi si quieres sumergirte en mi misterio — decía el río Orinoco.
Piedras de botero 14, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
Y mientras tanto una pareja descansaba y charlaba bajo el sol.
Dos piguas charlando, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
— Son esos monos extraños de los que nos avisó el río Bita — decía una de las dos piguas
— No les prestes atención, no son peligrosos, más bien descansemos del calor mientras pensamos como conseguir alimento para nuestros bebés — afirmaba la otra pigua.
Mientras tanto el río mostraba más.
Rocas en agua, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.
— ¿Cuál es mi esencia? — me decía el río.
Y yo no pude sino quedarme pensando sobre ello montado en la canoa con la cámara en la mano y exhausto por el esfuerzo de entender. ¿Entendería más adelante en la isla Santa Elena esos enigmas?
Pues eso te lo contaré en el siguiente capítulo.
Siguiente capítulo Orinoco 8, la isla Santa Elena.
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