Orinoco 5, más río Bita


Por si te perdiste el anterior capítulo de Foto expedición Orinoco puedes leerlo en Orinoco 4, río Bita.

Este día si nos levantamos temprano. Cuando se duerme en carpa es imposible desconectarse de los ritmos de la naturaleza. El bosque despertó temprano y los ruidos de la noche cambiaron por los del día bastante sonoramente, y tarde o temprano las carpas comenzarían a calentarse, así que salimos a la naturaleza. Para ver lo siguiente.


Amanecer en el río Bita, del album Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.

Luego abordamos esa canoa del amanecer y fuimos a pescar

En el camino, tanto de ida como de venida, se presentaron unos gansos del Orinoco.


Pato carretero, del album Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.

Lamento decir que estas hermosas aves están en estado «casi amenazada». Y tal vez el estado deba ser mayor que eso puesto que en una foto-expedición reciente al río Guaviare no vi ni uno y los lugareños me contaron que hace muchas décadas no se ve ninguno en el río Guaviare ni a sus alrededores. Lo que hay que hacer es respetar su habitad, no tenemos por que ensuciarlo, o desordenarlo, pues es su casa, no la  nuestra.

— Mejor alimentémonos para reproducirnos, pues somos muy pocos — decía preocupadamente la gansa.

— Si amor, encontrarte a ti fue muy difícil — contesta amorosamente el ganso.


Pato carretero fuera de marco, del album Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.

Ese día también pescamos nuestro almuerzo y por ello no pude dejar de notar la belleza de los peses del río Bita, la mayoría tienen una camuflaje de rayas verticales que imita la sombra de ramas.  No son simplemente funcionales, sino que hacían que los peces tuvieran una calidad estética única. Y hablando de peces bonitos, pescamos una piraña, no tiene ese camuflaje del que hablo, pero si  tiene una mancha rojiza detrás de las agallas, además de sus afilados dientes. Y el sabor, puedo decir que la piraña es muy rica, fue uno de nuestros manjares al almuerzo.

Y mientras estábamos en nuestro festín de pescados asados, me acerqué a la playa con cámara en mano, cuando vi a un caracara, estaba tomando agua de los charcos que había dejado el río Bita en la orilla de la playa. Me acerqué paso a paso, hasta que de pronto.

— ¡No te acerques más! — dijo el caracara con un llamado característico y muy enfático mientras me miraba fijamente.


Elegante Caracara en las playas del río Bita, del album Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.

Yo retrocedí unos pasos.

— ¡Muy bien! — dijo ya calmadamente y siguió tomando agua.

Al rato bajó la pareja y los dos siguieron recorriendo la playa buscando comida para sus bebés. Pues esa era su isla, yo sólo era un visitante que no debería molestar.

Después de almuerzo, y muy cerca del comedor del campamento, en la orilla del río Bita un personaje con un peinado especial se presentó.


Matín pescador en el río Bita, del album Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.

Estaba como era de esperarse pescando, se lanzó rápidamente y atrapó un pez.

— ¡Qué bien, comida para mis bebés! — pues la mayor parte del tiempo los animales están criando a sus hijos.

Y como siempre no pude captar la rapidez de la captura, claro que esta vez no tenía esperanza de hacerlo pues estaba en la misma orilla que él y ésta era muy alta. No es la primera vez que fotografío martines pescadores, en la entrada La expedición de las aves, tengo uno de la misma especie, pero esta vez en el Chocó, al otro extremo del país. Al parecer se pueden encontrar en todo el país donde haya agua, lo cuál en Colombia es decir en TODO el país.

Y finalmente vi a los dos caracaras haciendo el amor en un árbol, pero por respeto a su intimidad no les hice foto. Mentiras, no pude hacer que ninguna quedara bien. Pero esto me confirmó que la isla era de ellos.

Pues esas fueron suficientes emociones en esa jornada y había que empezar a organizar campamento pues al día siguiente desmontaríamos campamento pues dejaríamos el exuberante río Bita.

Y en la noche, entre sueños.

— ¿Qué aprendiste, que sentiste, cómo soy, cuál es mi secreto? — decía con su voz profunda de mono aullador el río Bita.

El siguiente capítulo Orinoco 6, hacia el Orinoco
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