Orinoco 14, Reserva de Bojonawi, toninas, fin de la expedición


Por si te perdiste el anterior capítulo de Foto expedición Orinoco puedes leerlo en Orinoco 13, amanecer en Isla Santa Elena, ¡Nutrias! y la serenata del sinsonte.

El último día. Ya cansados, pero tristes, por que nos iríamos, recogimos el campamento. Cuando terminamos abordamos la lancha y le dijimos adiós a la Isla Santa Elena.

Bajamos por el Orinoco, hacia el norte, para ir a la Reserva Natural Bojonawi, que quiere decir “perro de agua”, o sea nutria gigante del amazonas. Esta es una reserva administrada por la Fundación Omacha, que entre otras muchas cosas buenas estudia los defines rosados. La reserva tiene como su núcleo una laguna, está es uno de esos brazos abandonados del río en temporadas secas. Pero en este caso particular, en invierno el río se desborda y la laguna es vuelta a reclamar por el Orinoco. En esos tiempos los defines rosados se refugian en la laguna. También hay tortugas, babillas y muchas aves. Pero lo que más me sorprendería sería.


Mono aullador dorado, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.

Se resolvía el misterio de los aullidos que se oían por la noche. La voz del Bita. No fue fácil hacer la fotografía. Comencé hiendo detrás de unas pavas muy esquivas a las que finalmente no pude hacer ni una foto. Cuando los vi. Una tropa de aulladores dorados en las ramas más altas del bosque de la reserva. Aseguré una foto, caminé muy tenuemente unos pasos e hice otra foto, otros pasos que intentaban ser silenciosos y otra foto, repetí otra vez y otra; hasta que logré la que te muestro.

Emocionante.

Salí muy contento de la reserva y en ese estado abordamos la lancha para seguir bajando por el Orinoco hasta la desembocadura del río Meta. La razón, intentar avistar toninas, defines rosados, otra vez. Fue algo anticlimático, después de esa emoción de ver a los monos aulladores necesitábamos tener paciencia infinita, sentados en la lancha para esperar su salida a la superficie. Aquí eran más que en Delagua sin embargo la mayor parte del tiempo era agua lo que veíamos, de vez en cuando una inmersión de menos de un segundo. Yo ya me estaba durmiendo por el cansancio de los días en el Orinoco y por la espera, cuando de pronto.


Un delfín curioso en el río Orinoco, del álbum Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.

Un delfín curioso me dejó hacerle una fotografía.

— Los famosos monos extraños que el Bita y el Orinoco nos dijeron — pensaba el delfín mientras nos miraba con sus pequeños ojos — muy curiosos, pero tengo que seguir con mis tareas — mientras se sumergía.

Dejamos exultantes la desembocadura del Meta, pero la tristeza empezó a anidar en nuestros corazones, ya era hora de volver a casa y dejar el Orinoco.

— Finalmente, ¿que aprendiste? — decía el Orinoco con su voz profunda de agua, arena y viento.

— ¿Que aprendí?

Pues ciertamente no resolví los misterios, pero esa no era la intensión, era vivirlos, sentirlos y espero estos relatos y las fotografías hayan hecho que tu también los sintieras.

— Finalmente, ¿que aprendiste?

Y como premio por mi respuesta el Orinoco me regaló un último atardecer.


Atardecer en el Orinoco, del ‘album Orinoco, originalmente cargada por Luis Alejandro Bernal Romero, Aztlek.