El gavilán y su presa


The hawk and its prey, originalmente cargada por Aztlek.

El ruido que estaban haciendo las tinguas era bastante grande.

— ¡PELIGRO!, ¡PELIGRO!, ¡PELIGRO!, ¡PELIGRO!, ¡PELIGRO! — decían desesperadamente.

Yo al principio no les entendí, creí que era lo que típicamente hacen cuando me acerco. Pero el alboroto era mayor.

Caminé prestando poca atención al asunto, hasta que llegué el primer observatorio, había una tingua pico rojo huyendo a la que traté hacerle una fotos, pero con la velocidad a la que iba no pude hacer ninguna decente. Y he de confesar que mi teleobjetivo no es muy bueno 😦

Como no había nada más, me fui por un sendero que no había tomado antes y que finalmente me acercó al agua.

Cuando estaba llegando sentí el aleteo de una ave muy pesada, volteé en esa dirección y alcancé a ver una cola con bandas negras y blancas, y en las garras lo que parecía ser una paloma.

¡Era una rapaz cazando! Ahora entendía el alboroto de las tinguas.

Y la había asustado. ¡Una oportunidad fotográfica perdida!

— Tengo que aprender a andar de forma más sigilosa — me dije un poco reprendiéndome.

Pero viéndolo bien, estuve tan cerca que realmente por más sigiloso que fuera la abría asustado. Es que en el humedal el bosque es tan cerrado, que a la vuelta del camino puede uno encontrarse de frente y a unos pocos metros a un animal.

Intenté seguirla, pero al darle la vuelta al matorral ya no la encontré, al parecer había volado más lejos.

— Bueno será como los loros, una tarea a más largo plazo — dije consolándome.

Y es que la vez pasada, mientras le hacía fotografías al pibí, alcancé a ver dos loros que se posaron en la parte alta de un árbol lejano. Les traté de hacer algunas fotos, pero estaban muy lejos, y aparte de esto, quedaron movidas y desenfocadas. Solo se alcanza a ver un manchón verde que parece tener unas primarias color rojo y un pico que parece de loro.

¡No tenía ni idea que en los humedales de Bogotá había loros!

Pero volviendo a nuestra historia, resignadamente seguí caminando.

Llegué al enorme claro donde se puede ver una gran extensión del humedal, o se podía ver, puesto que en esa parte se ha sedimentado y secado. Si, en el lugar en el que fotografía a el cuco, de hecho en el mismo árbol …

¡Estaba parada la rapaz, y con su presa!

Al principio no reparé en la presa, por que lo que hice fue ponerme inmediatamente a hacer fotos. Había que asegurar la fotografía, quién sabe cuento tiempo estaría ahí, se podría asustar de nuevo.

Cuando vi que estaba con la presa en las garras supe que era la misma que se me había escapado. ¡Qué suerte!

Pero estuvo tranquila comiendo un buen rato así que pude hacerle muchas tomas.

No es la primera vez que me encuentro con uno de esta especie. La primera vez fue en el Jardín botánico se Bogotá, pero en esa ocasión no tenía un teleobjetivo decente. La segunda vez, lo encontré en la Fotoexpedición de las Lagunas, donde había uno haciendo unos despliegues aéreos, y cantando mucho. Seguramente para enamorar. Pero en esa ocasión tampoco pude hacer una foto medianamente decente. Hasta que, la tercera es la vencida, esta vez no solo fotografié a uno, sino a dos, en el Humedal de la Florida. Puedes ver la historia en Los dos gavilanes.

Pero siguiendo en nuestra historia, según los expertos este gavilán, el gavilán caminero o gavilán pollero, a pesar de su nombre, muy rara vez caza aves, y, sin embargo, eso fue lo que vi y fotografíe. Puede que no se vea bien lo que tiene entre las garras en la fotografía, puede ser una paloma, una tingua de las pequeñas o algo así, pero seguro es un ave.

Por lo visto estaba presenciando algo excepcional.

Lo que normalmente comen, según los expertos, es: insectos, anfibios, roedores, peces, reptiles (culebras y lagartos) y eventualmente murciélagos. Pero muy rara vez aves. Dicen que es por su tamaño, es de los gavilanes más pequeños, y su forma de cazar. Es muy cómodo, se para en una rama a esperar que pasa por ahí y se lanza. Claro, con lo rápidas que son las aves y su buena vista pues el método no parece ser muy efectivo.

Y en general es un gavilán que parece no gustarle gastar mucha energía, las veces que lo he visto, a excepción de cuando estaba en cortejo (prioridades son prioridades), siempre está en una rama muy tranquilo mirando sus dominios. Por que si, son territoriales, como muchas aves de presa. Pero estos territorios los comparte con su pareja.

Y si, también crían juntos a los polluelos. Otro ejemplo de ternura animal, como las Tinguas cariñosas. Hacen un nido voluminoso en las copa de un árbol y más o menos ponen dos huevos blancos que tienen estrías o puntos cafés; camuflados, como el plumaje de los padres que tienen estrías cafés en el vientre.

No me extrañaría que parte de la presa que estaba viendo entre sus garras fuera para alimentar a los pollos o compartir con su pareja. Por que sin haber terminado se llevó su presa para el otro extremo del humedal.

Fue uno de esos encuentros mágicos, para mi. Para el gavilán simplemente era un humano haciendo esas cosas raras que hacen los humanos.

Esta especie de gavilán, al contrario de muchas otras, se ha adaptado muy bien a los entornos intervenidos por la humanidad. Por ello lo he visto en tantas ocasiones y muchas de ellas en ciudad, como esta vez. Pero no significa que no debamos seguir cuidándolo, y en especial, cuidar los habitad en los que acostumbra a vivir, como lagunas, humedales y bosques.

Mapa conceptual

También prepare un mapa conceptual que relaciona las principales características de este hermoso gavilán. Si, lo se, es un poco grande, pero lo quería hacer así por que: primero hay mucha información sobre esta ave en Internet, tal vez por lo que es tan común. Y segundo me encantan las aves rapaces.

Entonces para verlo sólo haz clic en él para ver la versión en alta resolución y si usas un navegador basado en Firefox puedes ampliar la parte que quieras haciendo clic en ella.

Mapa conceptual del Buteo magnirostris

Mapa conceptual del Buteo magnirostris

Referencias